domingo, 18 de marzo de 2018

VIII El Caura y su Desarrollo

El Caura
Bosques
ProductosDelaFloresta
del Sur
Desarrollo
Agrícola y
Pecuario



Los estudios sistematizados que se realizan en la cuenca del Caura des­de los años sesenta lo señalan con un potencial hidroeléctrico igual o superior al que se aprovecha en el Caroní. Además, lo colocan delante del Apure como río de primer orden y con uno de los saltos caudalosos más grandes del mundo.
Desde su nacimiento en la Meseta de Jaua con el nombre de Merevari hasta su desembocadura en el Orinoco y a lo largo de sus 600 kilóme­tros, el Río Caura ha sido objeto de intensas exploraciones y estudios, últimamente, cuando se pondera su potencial fuerza hidroeléctrica fren­te a la del Caroní, en fase final de total aprovechamiento.
Los estudios sistematizados más recientes realizados primero por la Di­visión de Hidrología del MOP y luego por el Ministerio el Ambiente (MARNR) y CVG-Edelca, son realmente sorprendentes: El Caura ya no es el río de segundo orden que siempre se ha creído. Con relación a la hidrografía nacional, el Caura sigue en orden al Caroní y es mayor que el Apure.
Siempre se creyó y así se halla divulgado en textos geográficos como el de Agustín Codazzi y Marco Aurelio Vila, que el Río Apure, segura­mente por tener una cuenca tributaria mayor, era más caudaloso que el Caura. Pero se ha comprobado que el Caura, con 50 mil kilómetros cua­drados de cuenca, escurre 2.600 metros cúbicos por segundo de gastos promedio anual.
La explicación que da Hidrología es que el factor edáfico, aunado a la pluviosidad altísima, aventaja con creces a los mismos elementos ocu­rrentes sobre la cuenca del río Apure.
La cuenca del Caura, se halla enclavada en el borde septentrional del Escudo Guayanés y, geomorfológicamente, comprende rasgos que van desde planicies horizontales hasta mesetas de escarpes que se elevan a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar, muy identificadas con la Formación Roraima.
Desde el punto de vista de la vegetación y la pluviosidad, tres grandes zonas dividen al Caura: la que va de Las Trincheras a la desembocadura, definida como sabana tropical en cuanto a la lluvia concentrada en una sola estación, de mayo a octubre y el resto como estación seca; la que va de las Trincheras a Pie de Salto, definida como bosque montañoso de árboles medianos y densidad no muy alta; y la que se extiende al sur de Pie de Salto hasta los confines con el Brasil, que es selva lluviosa de vegetación muy vigorosa y tupida. Aquí la lluvia transcurre durante todo el año, con una media anual mayor de los 3.000 mm.
Saltos de agua majestuosos y de una gran fuerza en medio de un paisaje vegetal y geomorfológico variado e impresionante se localizan a lo lar­go de la hoya del río Caura. A saltos como Las Pavas, La Bocona, La Laja, Laja Azul, Despeñadero y Boca Negra, con alturas que oscilan entre 10 y 70 metros, se les ha establecido un caudal individual de 1.400 metros cúbicos por segundo y a medida que la altura se eleva en los saltos Aimara, Merevari, Rojo, Jaua y Caranacuni, desciende el caudal. El salto Las Pavas, de acuerdo con su promedio anual, aparece como el octavo entre los saltos conocidos del mundo.
Según los estudios de hidrología, si la clasificación se hiciera en base al potencial hidroeléctrico capaz de generarse, la cadena de cascadas de 210 metros de desnivel, en menos de cuatro kilómetros de longitud, re­sultaría la tercera del mundo. Se estima que la región de los saltos cuya cadena comienza con Las Pavas, puede producir una potencia hidro­eléctrica superior a la del Caroní, donde hoy se alzan las Presas de Guri y Macagua I y II.
El ex-presidente Carlos Andrés Pérez, en un discurso pronunciado en la Asamblea de Fedecámaras en 1977 hizo alusión a la importancia del río Caura y al estudio preliminar hecho por su Gobierno. Dijo en tal ocasión que de acuerdo con tales estudios, el Caura podrá producir 15 millones de kilovatios, más de lo que produciría el Caroní y que ello significaba que Venezuela continuaría suministrando la energía hidroeléctrica más barata del mundo.
Además de la gran fuerza energética que sería capaz de generar el Caura, están los grandes yacimientos de bauxita en la serranía de Los Pijiguaos estimados en 200 millones de toneladas. Estos dos factores hacen que no sea descartable para el futuro la instalación de una gran planta reductora de aluminio en la región.
Según el experto petrolero Aníbal R. Martínez, la construcción de una gran central hidroeléctrica en el río Caura tendría el más beneficioso efecto en el desarrollo de una porción olvidada del territorio nacional. Habría que pensar en la afluencia de industrias a la zona, la evolución social y los elementos económicos.
La construcción de una central hidroeléctrica en el Caura seria por otra parte la salvación del centro del país en materia energética dada la baja confiabilidad de la línea de transmisión Guayana-Centro. En ello contri­buiría como factor de importante consideración el que la confluencia de los ríos Caura y Orinoco está a menos de 400 kilómetros al sureste de Caracas, es decir, 200 kilómetros más cerca de la región central que el sistema del Caroní. Sin embargo, a pesar de que el potencial hidroeléctri­co del Caura (2.500 MW de potencia) es el segundo en magnitud a esca­la nacional y de la ventajosa situación geográfica, no está programado para desarrollarse durante el Siglo XX.
Lo que si parece adelantado es un estudio sobre la posibilidad de trasva­sar aguas del río Caura al río Paragua que es el principal afluente del Caroní. Esto para reforzar el caudal que alimenta las represas de Guri y Macagua. Edelca que tiene presencia en la cuenca del río Caura desde el año 1970 cuando COPLANAR (Comisión para la Planificación de los Recursos Hidráulicos) definió como potenciales escenarios para la producción hidroeléctrica las cuencas altas del Caroní y el Caura, viene haciendo recorridos fluviales con fines de estudios hidrológicos en el Caura y sus principales afluentes, así como reconocimientos muy preli­minares de carácter local en los posibles escenarios de trasvase entre los ríos Caura y Paragua.
Edelca ha informado que una vez concluyan los proyectos del Bajo Caroní (Presas de Macagua II, Caruachi y Tocoma), se procederá a trabajar en el Alto Caura con base a los estudios que ahora se adelantan para definir la factibilidad del proyecto. En caso afirmativo, está previsto el análisis del posible impacto ambiental a producir, la afectación a las comunida­des, el ecosistema y la navegabilidad del río, entre otras variables.
Una vez que los estudios indiquen la factibilidad del proyecto de trasva­se del río Caura al Paragua, Edelca ha anunciado que iniciará un proceso de información y consultas a nivel de todas las instancias civiles: Poder Ejecutivo, Legislativo y comunidades involucradas, así como, a todos los organismos relacionados con el proyecto y la región, para armonizar las políticas de los desarrollos hidroeléctricos.
En abril del año pasado, altos representantes de Edelca se reunieron con la comunidad de Santa María de Erebato para informarle de los estudios que se realizan en las cabeceras del Caura y desmentir las informaciones que se han puesto a circular, según las cuales, de concretarse el proyecto de trasvase, afectaría el ecosistema de la región y derivaría daños impre­decibles.
Las poblaciones más importantes a la orilla del río Caura son Maripa, capital del Municipio Sucre, Aripao y Las Trincheras. Hay otras como Puerto Cabello, Jabillar, La Aurora, San Isidro, Doufroumi, Chajura, Canaracuni, Maniña y Santa María de Erebato, un pueblo nuevo que comenzó a construirse en diciembre de 1958 por iniciativa del Padre Daniel de Barandiarán y otros hermanos de la Compañía de Jesús.
Santa María de Erebato, en las cabeceras del Caura está prácticamente en el escenario donde se realizan los estudios de trasvase del Caura al Paragua, y ha sido la primera comunidad en reaccionar, y de allí la mo­vilización temprana de los altos representantes de Edelca.
Está integrado este pueblo por indios Makiritares y Shirishanas, y es hoy por hoy, una de las comunidades indígenas mejor organizadas y con un modo de vida bien sustentado en la agricultura y la cría. Cuenta con una pista de aterrizaje para DC3 y una Estación de Meteorología y de Radio. Se halla a una altitud de 600 metros sobre el nivel del mar que le depara un clima muy grato de 24 grados media anual. La precipitación es casi continua, con apenas dos meses -febrero y marzo- de estación seca, cuando es posible ver todo su esplendor el gigantesco macizo del Hawahidi o Sierra de La Pava en las cabeceras del propio Caura, con las alturas que pasan de los 2.000 metros. En sus inmediaciones viven los indios Eneana o Pintados, muy ariscos y de los que muy poco se sabe. Hoy día los ojos de Venezuela, especialmente los del Estado Bolívar, se están volviendo con inusitado interés hacia el Caura, hacia el futuro que podría prometer ese caudaloso como oloroso río (oloroso por sus exten­sos sarrapiales), si son acertados los planes del estado venezolano como consecuencia de los estudios que ahora se hacen y en función de las necesidades de desarrollo de la región caureña y del país. Este portento­so río de una gran fuerza energética increíble, ha estado durante siglos relegado a segunda categoría, no obstante haber sido señuelo de aventu­reros, añagaza de los buscadores de fortuna en su floresta y una realidad pecuaria explotada en sus extensas sabanas en tiempos de los caudillos Joaquín Crespo y Juan Vicente Gómez. Aparte de lo bueno que pueden ser sus tierras para la producción de arroz, para el desarrollo de la ganadería o para el aprovechamiento de la sarrapia, el caucho, el balatá y el pendare, hoy bien se sabe que el poten­cial hidroeléctrico del Caura es tan importante como el del Caroní, pero que ambos tendrán que complementarse para afianzar el desarrollo in­dustrial de Venezuela, liberando todo el poder energético posible para cuando ya no contemos con el petróleo.
Bosques
Las formaciones vegetales mayores de Venezuela son las selvas lluvio­sas, centradas bajo el arco orinoquense, en la extensa Guayana que abar­ca los territorios de Bolívar, Amazonas y Amacuro. Selvas lluviosas densas y con dimensión de océano bajo un clima reciamente cálido y a la vez húmedo. Las precipitaciones llegan anualmente a los 2.000 mm. Ningún mes recibe menos de 60 mm. de lluvia y las plantas en razón de tan acentuada humedad son de gran multiplicidad de especies, vigoro­sas y enormes. Se calcula que los bosques de Guayana se extienden sobre una superfi­cie de 37 millones 500 mil hectáreas equivalente al 71 por ciento de los bosques naturales del país. Sólo el Estado Bolívar cuenta con una super­ficie cubierta de 17.940.146 hectáreas de bosques, de las cuales 15.247.150 se encuentran amparadas bajo la figura de Régimen de Ad­ministración Especial, y un 50 por ciento de ellas, 7.233.750 Has., lo constituyen las reservas forestales y lotes boscosos destinados para la producción forestal.
Los recursos forestales con fines de producción son las de Imataca, Reserva Forestal de La Paragua, las del Caura y Sipapo más los Lotes boscosos de San Francisco y San Pedro. El resto, 6.138.400 Has, cum­plen funciones de protección de los otros recursos existentes en las zo­nas Sur del estado y 1.885 Has, están decretadas como Parques Nacio­nales.
En las tierras forestales productores se han encontrado más de 15 espe­cies comerciales entre las que destacan el Muerillo, Barramán, Caro Caro, Carapa, Guamo, Peonio, Purguo, Azucarito, Majagua, Guacharaco, Ce­dro Blanco y Pilón, que representan el 78 por ciento de la producción maderera en rolas en el caso de las Reservas Forestales de Imataca para 1987. En Guayana se explota aproximadamente 100 mil metros cúbicos de madera al año provenientes de las Reservas de Imataca, Lote de San Pedro, lote privado de Caño Blanco y del área asignada a la CVG.
Desde que los precios del petróleo comenzaron a resentirse, ha sido pre­ocupación venezolana la de optar por otras alternativas económicas, y así, se han visto últimamente con marcada atención al turismo y al sec­tor forestal.Pensando en una industria de papel, de resina y contra-enchapado, la CVG comenzó en 1969 un ambicioso programa de siembra de Pinos Caribe, Norte del Orinoco al cual más tarde y dado su éxito, se suma­ron el MAC a través del Conare y el sector privado. Uverito, actualmen­te, es un inmenso bosque que no deja de crecer a medida que se explota y es un buen ejemplo de las posibilidades comerciales que tiene Vene­zuela en el sector forestal,

En la X Convención Nacional de Ingenieros Forestales realizada en Ciudad Bolívar en junio de 1988, el entonces titular del Ministerio del Ambiente y Recursos Forestales, Guillermo Colmenares Finol, dijo que la gestión forestal ha permanecido a la zaga del proceso de desarrollo, que el sec­tor ha sido subestimado y que está planteado el aprovechamiento de los bosques con potencialidad productora, pero con instrumentos de con­servación que  aseguren su perpetuidad, para lo cual se impone un manejo racional mediante la aplicación de conocimientos biológicos, económicos y sociales, orientados hacia el aprovechamiento integral y fomento del recurso y mejorando la potencialidad productiva del ecosistema, por vía natural o inducida.
Dentro de este concepto, virtualmente se explotan desde 1985 en Gua­yana las reservas de Imataca y varios lotes boscosos. La CVG, aparte de reforzar la siembra de Uverito, inició ese mismo año varios proyec­tos, entre ellos, la incorporación de 65 mil hectáreas al manejo forestal del Vaso de Guri, el proyecto de Caucho natural en Amazonas, reactivación de la empresa TAMAVECA y el proyecto de aprovecha­miento de Mangle.
En 1990 la CVG aprovechó en el Lago o Vaso de Guri, 12.000 metros cúbicos de madera en pie y 16.000 en Imataca y para compensarlo, sembró 150 Has, de Caucho natural y seleccionó de 140.000 Has, de áreas potenciales para Eucaliptos.
En agosto de 1989, la CVG suscribió con Palmaven, Shell e Industria Papelera Nacional, un Convenio para desarrollar un proyecto forestal con fines industriales, para explotación de madera a objeto de abastecer el mercado nacional.
Venezuela satisface el 80 por ciento del consumo nacional de la indus­tria mecánica de la madera y su reto actual, dado el incremento de la demanda, es llegar a un razonable autoabastecimiento para finales de siglo. Ello implica explotar 90.000 hectáreas anuales de bosques, den­tro del concepto de desarrollo sostenido, sin destrucción, que es lo que más inquieta a conservacionistas con relación a los bosques de Guayana, que aunque ingentes, abundantes y diversos, corresponden a una coyun­tura ecológica de millones de años sobre una tierra sedimentaria y frágil.
Productos de la Floresta del Sur
Balatá, caucho, sarrapia y madera principalmente, pero también en es­cala menor, otros productos como el dividivi, bálsamo de Copaiba, cor­teza de quina, chiquichique y pendare, significaron desde la floresta del sur del Orinoco para Venezuela, importantes fuentes de divisas, y para Ciudad Bolívar, puerto fluvial por donde se exportaban, un movimiento comercial de relevancia.
Desde finales del siglo diecinueve hasta los años 50 del presente siglo veinte, Ciudad Bolívar acusaba un movimiento de caleta importante su­brayado por la exportación de productos extraídos de la selva Sur del Orinoco, tales como el balatá, el caucho, la sarrapia, el dividivi, bálsamo de copaiba, corteza de quina, chiquichique y madera.
De todos estos productos fue sin duda el Balatá el de mayor auge en su explotación y comercio. A finales del siglo XIX, la utilización del cau­cho vulcanizado en la industria del automóvil, multiplicó la demanda generando lo que se denominó "fiebre de balatá" que trajo a las zonas selváticas de explotación toda una gama de aventureros, bandoleros, caciques y comerciantes que explotaban el balatá  en forma inhuma­na, mientras que por otro lado el Gobernador de turno presionaba con impuestos o también se metía de lleno en el negocio. De esta situación
La savia del Purguo, obtenida por cualquier procedimiento era cuajada al fuego hasta darse el balatá, moldeado en planchas de cincuenta libras de peso que finalmente se transportaban en piraguas hasta Ciudad Bolí­var, donde eran comercializadas a través de casas de importación y ex­portación como Blohm y Cía, Casalta, Boccardo, Palazzi, Dalton, Tomassi, etc.
En Tumeremo donde se recogía el látex de toda la región del Cuyuní. Botanamo y parte de Imataca, se estableció la compañía inglesa Dick Balatá Ltd. que acaparó concesiones y, empleando contratistas, implantó un aparente monopolio en la zona.
Durante los mejores tiempos de la explotación (1890-1930), Venezuela exportó un promedio de 700 toneladas métricas por año. Para 1948 la exportación había llegado a 173.895 Kgs. por un valor de 411.008 bolí­vares. La irracional explotación, la crisis económica de los años 30 y la competencia en el mercado internacional desatada por fuertes producto­res como Brasil, Indonesia y Malasia acabaron con esta actividad de la selvicultura guayanesa.
La Sarrapia
Este árbol de la región del Bajo Caura, fue declarado en 1952 "Árbol emblemático del estado Bolívar", no sólo por su porte señorial de fronda y flora, sino por el valor económico de su fruto, fuente de la Cumarina, utilizada en la industria de la Perfumería y para aromatizar ciertos tipos de tabaco.
Centenares de miles de árboles de impresionante corpulencia, cubren las tierras húmedas de Guayopo, Suapure, Hilaria, Monte Oscuro, Pastora, Chiveta, El Caballo y El Manteco en el Bajo Caura, sin dejar de mencio­nar las selvas ribereñas dé la zona media, desde el raudal La Mura hasta la desembocadura de Nichare y las grandes montañas orinoqueñas.
Lo espléndido y generoso de esta flora sarrapiera es su fruto (Coumarouna punctata), drupa de forma alargada y pulposa de cuya almendra se obtie­ne la cumarina. Los frutos caen espontáneamente, sin que el árbol lo toque para nada la mano del hombre, suerte que jamás tuvo el Caucho, el Purguo o la Copaiba a los que había que exprimirle la savia a fuerza de mortales incisiones.
Al madurar el fruto entre febrero y abril, cae del árbol y ya en marzo está lista y servida la mesa del sarrapiero recolector.
Los campesinos del Caura dicen que la Sarrapia llega a crecer hasta 30 metros de altura y que cuando florece, todo su hábitat es de color lila y penetrantemente aromático. La producción de una mata oscila entre 10 y 20 kilogramos de frutas, depende de su edad y tamaño. Hay unas que dan excepcionalmente hasta un quintal (45 kilogramos), pero para obtener un kilogramo de almendras que es lo que en definitiva tiene valor comer­cial, se requiere recoger de 350 a 400 frutos.
Los indios Maquiritare y también los Panare obtienen la almendra utili­zando, hábilmente, una puntilla fabricada por ellos. En cambio, los cam­pesinos del Caura y del Orinoco, luego de eliminar la pulpa fibrosa, obtienen la almendra, eliminando la dura cobertura a golpe de piedra. Se trata de un trabajo en cierto modo cuidadoso, pues subsiguientemente existe una cutícula que si se malogra puede depreciar la calidad de la almendra de primera y de segunda. Esta labor suele hacerlo el campesi­no cuando declina el Sol y luego que ha estado durante el día recolectan­do el fruto diseminado bajo la anchurosa fronda de los sarrapiales.
El Caucho.
El Caucho y el Balatá anduvieron prácticamente de la mano durante finales del siglo XIX y buena parte del XX. Por andar tan juntos sufrieron las mismas consecuencias de la explotación irracional y de las otras circunstancias internacionales que afectaron la industriosa activi­dad bajo el arco sur orinoquense. La cuenca amazónica fue la primera gran productora de caucho comercial, y Venezuela por ser país comprendido en el área, participó hasta 1920 del comercio cauchero. La va­riedad más explotable no es nativa de nuestro país, pero en Río Negro y en la sección Oeste del Orinoco y del Casiquiare, se encuentran especies valiosas como la Hevea brasiliensis y la Hevea menor que tiene como habitat los suelos pantanosos y de alta pluviosidad.
A fines del siglo pasado más de la mitad de la producción de caucho se obtenía en la Región de Río Negro, pero era desviada hacia el Brasil, en tanto que el resto se exportaba por Ciudad Bolívar. Entre 1898 y 1981 la exportación registrada de caucho se situó en 4.300 toneladas métricas. El año de mayor exportación fue 1908-9, con 450 toneladas.
                                                               La Madera.
Con el objeto de conocer las posibilidades de industrialización de los recursos forestales de Guayana y coadyuvar al entrenamiento especiali­zado de personal técnico venezolano, se realizó en la parte nororiental de esta región, un estudio piloto conocido con el nombre de Programa Forestal de Guayana. Cubría este programa una extensión de 25.400 kilómetros dentro de la Reserva Forestal de Imataca. Las actividades se concentraron en el norte, donde después de los resultados de los estu­dios que duró cuatro años se dieron las primeras concesiones. No obs­tante, la explotación de la madera es una realidad desde el siglo XIX, especialmente de las especies duras Palo Blanco, Ciado Pilón, Tato o Merey, Curarive, Ebano, Cedro, Cacho de Venado, Pardillo, Cartán, Ca­chicamo, Cereipo. Caramacate, Zapatero y Roble, entre otras.
Desarrollo agrícola y pecuario.
Generalmente cuando se habla de la CVG, se le asocia con hierro, aluminio, bauxita y electricidad, pero la Corporación abarca otras áreas vitales que tienen que ver con el desarrollo integral de la Región Guayana, destacando entre ellas la agrícola.
Existe, por lo tanto, una Gerencia cevegista de desarrollo agrícola para promover a través de unidades operativas el fomento agropecuario, fo­restal y agroindustrial. Fomento o desarrollo planificado con apego a la potencialidad de los recursos existentes y asimilables, así como a la rea­lidad socio-económica del medio, lo cual comienza por iniciativa de la Gerencia con programas que luego de una evaluación de resultados óp­timos se convierten en proyectos de inversión capaces de generar ingre­sos sólidos y reinvertirlos de acuerdo con las exigencias, metas y aspira­ciones. Así, ha venido teniendo la Gerencia un crecimiento de ingresos interanual sostenido que pasaron de Bs. 1.270.986 en 1984 a Bs. 29.485.543 en 1987.
Pero hay algo más en este proceso y es que las técnicas probadas en los diferentes proyectos, son irradiadas hacia sectores productivos con la finalidad de elevar los niveles de capacitación de los productores y lograr incremento progresivo de la producción agrícola y forestal de la región.
Esta experiencia es cada vez más rica en la medida que se mejorará los cuadros técnicos, que es lo que en todo momento se viene haciendo tanto en los sectores de administración y presupuesto como en los de producción, sanidad vegetal y animal; investigación y producción piscícola, ingeniería agrícola orientada en saneamiento y construccio­nes rurales; manejo, explotación y mejoramiento genético del recurso forestal; aserrío y procesamiento de madera, transformación de la made­ra en carbón, investigación climatológica y formulación de proyectos.
La CVG en el desarrollo y expansión del sector agrícola regional

afinca su actividad sobre premisas muy concretas.

Así, en el área forestal consolida los Aserraderos de Uverito, al Sur de Monagas; y Tamaveca, en Caripito al igual que sus unidades de produc­ción de carbón vegetal en base a establecimientos de plantaciones de rápido crecimiento: funda plantaciones de rápido crecimiento, funda plan­taciones de madera finas para muebles en Sierra Imataca y Guri, conso­lida su semillero de pino Caribe, y así satisfacer las necesidades de los programas en todo el país, incorpora la fase industrial en los proyectos Bosque Guri y Sierra Imataca, con aserraderos, plantas de chapas, chapillas y aglomerado. Crea la empresa explotadora del bosque de Uverito, reinicia la explotación de los manglares del río San Juan, esta­blece las primeras 1.200 hectáreas de plantaciones de caucho en Ama­zonas y forma los cuerpos de Guardabosques para la vigilancia de los parques y áreas forestales bajo su jurisdicción.
En el área agropecuaria promociona el desarrollo agrícola regional en función del diseño e instalación de infraestructura de apoyo, y extensión agrícola continua y permanente en centros integrales de producción, y adiestramiento que generen recursos propios. En este sentido la CVG, a través, de la Gerencia de Desarrollo Agrícola trabaja sobre el Centro de Propagación Fructícola Hato Gil, la construcción de Módulos Pesqueros en Caicara, Ciudad Bolívar y las Majadas, así como en estaciones de apoyo a Módulos de Servicios Pesqueros conjuntamente con PDVSA, Centro de Producción de semen e inseminación artificial en Tumeremo y núcleos de asistencia técnica en Ciudad Bolívar y Guasipati, centro piscícola experimental de El Manteco, incremento de la producción de cacao y plátano en la Isla de Guara, sistema de servicio y análisis de suelos y aguas en base a dos Laboratorios de Diagnóstico y expansión del proyecto Cría y Desarrollo de Búfalos en función de la importación de 200 vientres lecheros desde Bulgaria. De igual forma dota y mantiene importantes obras de infraestructura, equipos y semovientes en las áreas que están bajo su tutela.
El proyecto de cría y desarrollo de búfalos tiene su asiento en la Isla de Guara de donde se expande a otras áreas de las mismas características deltanas en el entendido ya demostrado de que es una alternativa viable técnica y económicamente. El proyecto tal como se ha venido manejan­do ha permitido alcanzar coeficientes técnicos tales como índice de parición de 75 por ciento, 7.6 en mortalidad de becerros, peso promedio al nacer de 33.4 y 32.1 de machos y hembras, respectivamente. Con miras al incremento de la reproducción se ensaya con éxito un programa de inseminación artificial y otro para la producción de queso.
Aparte de este sector, la CVG lleva adelante con especial optimismo dado sus resultados el proyecto de producción y productividad animal. Numerosas fincas de la región son atendidas con altos rendimientos en la producción de leche.
El Proyecto de Desarrollo Pesquero de la CVG comenzó hace 15 años con un trabajo de investigación sostenido de importantes especies de la fauna del Orinoco y se ha venido fortaleciendo con asistencia técnica a la pesquería artesanal, Módulos Pesqueros como el de Volcán en el Del­ta, fomento de la piscicultura, y últimamente, investigación y aprove­chamiento pesquero del Lago Guri. Hace tres años fue necesaria una reprogramación para adecuar los objetivos y metas del proyecto con los recursos disponibles y las perspectivas que ofrece en la región el sector pesquero.
El potencial pesquero del Lago Guri se ha estimado en 100.000 tonela­das-año de pescado y las investigaciones biológicas han permitido deli­near programas, como el de la explotación selectiva a escala semi-co­mercial, con fines de abastecer el mercado local que para los meses com­prendidos, entre julio y agosto, presenta una marcada escasez del ren­glón.
En el Lago se efectúan resiembra de alevines de pavón y coporo para lo cual la CVG cuenta con una estación piscícola en El Manteco. En mate­ria de Piscicultura Rural cada año se incorporan nuevos productores, se realizan planes de siembra y se realizan experimentos interesantes como el del sistema de lagunas de oxidación de Pariagúan construido por Maravén.

Otros proyectos en ejecución dentro del sector agrícola tienen que ver con el mantenimiento y saneamiento de tierras en el Delta para su incorpo­ración a las actividades agrícolas y pecuarias; el proyecto de desarrollo frutícola, que tiene su centro en la producción de plantas en el vivero de Hato Gil alcanzando miles de patrones en frutas como el mango, agua­cate y níspero; el proyecto caucho natural Amazonas, que tienen planteado el establecimiento de una plantación de 3.000 hectáreas en el lap­so de cinco años para producir 2.000 kilogramos de caucho seco por hectárea a partir del año 2000; el proyecto Aserradero Uverito, que está produciendo unos 20 mil metros cúbicos de madera aserrada y 40 mil de astillas; el proyecto Bosque Guri, que ha permitido aprovechar el recur­so forestal existente en una superficie de 820 mil hectáreas con criterios técnicos muy bien definidos; el proyecto Aserradero de Tamavenca, que permitió mediante una asociación de CVG con la Fundación para el De­sarrollo de Monagas, reactivar este Aserradero de Caripito que se halla­ba paralizado; el proyecto Bosque Sierra Imataca, a través del cual se aprovecha el bosque natural de la Unidad de Manejo propiedad de la CVG y que tiene en perspectiva un Aserradero Industrial; el proyecto plantaciones Uverito, que cada año amplía el área de plantación de pino Caribe y perfecciona su explotación en los sectores madera y resina. Correlativo a éste, está el proyecto Huerto Semillero, que opera desde 1985, para producir la semilla de este pino a objeto de satisfacer las necesidades requeridas por los programas de 'plantaciones forestales.

sábado, 3 de marzo de 2018

IX Corporación Venezolana de Guayana CVG



Ciudad

Guayana y
Región como
un todo

El 29 de diciembre de 1960 cuando Rómulo Betancourt estampó el eje­cútese al Decreto 430 que creaba la Corporación Venezolana de Guayana, la región exportaba más de 12 millones de toneladas de hierro extraídas del Cinturón Ferrífero de Imataca, mientras en la zona de Matanzas cen­tenares de técnicos y obreros levantaban con tecnología italiana la Plan­ta para manufacturar parte de ese hierro que se estaba yendo a Siderúrgi­cas de ultramar.

Pero esas industrias, tanto la extractiva como la manufacturera, reque­rían de abundante energía eléctrica que habría resultado muy costosa generar sino hubiera sido por la que existía en el Caroní en estado poten­cial. De manera que paralelamente a la Planta Siderúrgica del Orinoco se construía la primera Presa Hidroeléctrica del Río Caroní: Macagua I y se proyectaba el gigante de Guri, junto con una Planta de Aluminio de capital mixto con la Reynolds International.
La CVG absorbió por mandato de la ley esas empresas y proyectos en ejecución, que hasta entonces eran patrimonio, y funcionaban bajo la administración del Instituto del Hierro y del Acero y de la Comisión de Estudios para la Electrificación del Caroní. A esta última, la CVG le asignó la División de Operaciones de Centrales Hidroeléctricas y la Di­visión de Construcción de Centrales Hidroeléctricas.
La CVG, en consecuencia, nació al calor de la industria del hierro y de la electricidad, pero como antecedente histórico, debemos decir que si bien en 1926 ya se habían descubierto los yacimientos de hierro de El Pao, el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico del Caroní se ve­nía planteando desde 1904. En este año, se alentó por primera vez el proyecto de aprovechar los Saltos del Caroní como fuente hidroeléctrica siguiendo el éxito de la primera central hidroeléctrica (1987) que tuvo Venezuela, la de "El Encanto" en el Río Guaire, con una capacidad de 420 kilovatios y la de Los Naranjos (1901 ), ambas construidas por la C.A. Electricidad de Caracas. El Cojo Ilustrado en su edición del prime­ro de enero de 1882 comenta una información procedente de París, se­gún la cual, serían aprovechadas las aguas del Sena como fuentes de energía eléctrica y añadía el comentarista: "Que sea pronto esta verdad práctica una verdad científica, que lo que es para París el Sena, lo es para Caracas el Guaire" y así/vino a realizarse este vaticinio: abriendo paso a la interrogante para otras regiones de ríos más portentosos como Guayana que con el sólo Caroní plenamente desarrollado podría alumbrar a toda Venezuela y más allá de sus fronteras.
De manera que, cuando por primera vez se habló de instalar turbinas en los Saltos del Caroní fue en tiempos de Cipriano Castro, exactamente en 1904, año en que una deuda de 20 millones de bolívares presagiaba tor­menta para el país, y no eléctrica precisamente.
Las tormentas eléctricas, con raras excepciones, Caracas y Ciudad Bolí­var entre ellas, eran la única forma de electricidad conocida para mu­chos pueblos de la Venezuela adentro al iniciarse el Siglo XX, no obs­tante, haber sido denominado el anterior como el "Siglo de la Electrici­dad". Ciudad Bolívar conoció la electricidad en 1911 bajo la administra­ción del Presidente del Estado, Arístides Tellería, después de Caracas que la conocía desde 1883 cuando el señor Carlos G. Palacios instaló en las inmediaciones del mercado de San Pablo (Plaza Miranda) una pe­queña planta movida por un motor de vapor para iluminar al Teatro Guzmán Blanco (Municipal) y la Calle Comercio.
Nuestros abuelos del Orinoco recuerdan la primera planta eléctrica de Ciudad Bolívar, combustionada con carbón antracita importado y en tiem­po de escasez, con leña cortada en los terrenos baldíos del Municipio. Con esta planta se inició la C. A. La Electricidad de Ciudad Bolívar constituida el 22 de octubre de 1910. El alumbrado público se inauguró el 5 de julio de 1911 y la energía hidroeléctrica no llegaría sino medio siglo después.
Cuando de verdad se formalizó un proyecto efectivo y sostenido para el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico del Caroní fue en 1948. Entonces la Corporación Venezolana de Fomento inició los primeros estudios que, en 1953, indujeron al Ministerio de Fomento a crear una los recursos energéticos, hídricos, minerales y forestales, entre otros.
Pero la jurisdicción o radio de acción de la CVG no es monopólicamente Ciudad Guayana como en un comienzo se criticaba, sino los Estados Bolívar, Amacuro, Amazonas y Sur de Anzoátegui y Monagas. Ciudad Guayana es tan sólo el centro de poder, asiento de las empresas básicas, el núcleo más importante de ese desarrollo integral, que la CVG tiene como misión promover dentro del marco de lineamientos del Plan de la Nación y en concordancia con lo establecido en el Decreto Presidencial 282 sobre coordinación, control y tutela de las empresas del Estado.
En principio, cuando todo estaba por hacer, aún en el primer decenio, se abrigaba el temor, y esto lo acusaba sobremanera Ciudad Bolívar, de que Ciudad Guayana creciera y se desarrollara macro-cefálica a expensas de las unidades político-territoriales a su alrededor. Que se transformara en un polo de atracción y no de irradiación de la riqueza que allí se procesa. Realmente, ello se evidenciaba más por el hecho de que Ciudad Bolívar perdía su rol de capital económica, tradicional del Estado, y gran porción de su población activa y gerencial se desplazaba hacia la entonces llamada Zona del Hierro. Era indudablemente un fenó­meno demográfico y socio-económico inevitable e incluso Ciudad Bolí­var (Heres) y Upata (Piar) debieron ceder territorios para la creación de un nuevo distrito (Caroní).
Lo que había que hacer era esperar que aquél polo de desarrollo se con­solidara para luego precisar el nuevo rol de la Capital y demás ciudades de Guayana. Sin embargo, muchos sectores no lo entendían y así el Ge­neral Rafael Alfonso Ravard muy pronto pasó a ser no bien visto, hasta el punto de ganarse peyorativamente el título de un "Virrey" que sólo atendía y daba cuenta de sus actos al Presidente de la República, elu­diendo toda participación democrática de los sectores vitales de la re­gión. Era lo que entonces se criticaba, a través, de los medios de comu­nicación social y tal vez ello indujo al sucesor Argenis Gamboa a tener, por lo menos con Ciudad Bolívar, una apertura de información y diálo­go. De todas maneras, el Gobernador Carlos Eduardo Oxford Arias (1969-1970) denunció públicamente la situación de distanciamiento, y casi de conflicto, entre la CVG y la Gobernación y, por supuesto, duró poco tiempo como mandatario regional.
La gestión bajo la presidencia de Leopoldo Sucre Figarella modificó acentuadamente el esquema de trabajo y relaciones llegando a ser me­nos centralista. Tal vez porque ya Ciudad Guayana había sido consoli­dada como polo de desarrollo y entonces se hallaba en capacidad de irradiar las bondades de un desarrollo industrial importante. De suerte que hoy resultan escasos los puntos vitales de la región donde la CVG no tenga la mano metida en función del desarrollo.
Aparte de Ciudad Guayana, asiento de las empresas básicas y de un constante desarrollo industrial y urbanístico, hasta el punto de que por la parte Oeste, prácticamente, ha surgido una nueva ciudad de 15 mil hectá­reas para sustentar otro parque industrial; distintos puntos geográficos de su influencia han comenzado a ser parte de un sistema interconectado e interrelacionado en el logro de un desarrollo armónico en el ámbito regional.
Ciudad Bolívar, Tucupita, Puerto Ayacucho, Upata. Caicara, El Callao, el Sur de Monagas y otros, han comenzado a sentir los efectos del desarro­llo promovido por la CVG. A la vista, está el desarrollo forestal de Uverito, al Sur del estado Monagas; la empresa maderera San Juan, en Caripito, que explota los recursos manglares del Oriente de Venezuela y; CVG-Proforca, que aprovecha las plantaciones de pino Caribe; la em­presa Minervén, en El Callao, que produce oro comercialmente renta­ble; además, de las empresas Revemín II, que optimiza el funcionamiento operativo del plantel industrial de Minerven y Protemin, que explota las colas de Mocupia, módulos pesqueros, piscicultura rural, desarrollo fructícola, cría de búfalos y saneamientos de tierras para incorporarlas a la producción agropecuaria en el Delta; explotación comercial de los bosques de Gurí e Imataca; programa de explotación del caucho en Amazonas; el Parque Industrial los Farallones; vialidad urbana y auto­pista de Ciudad Bolívar, vialidad urbana y autopista de Upata; explotación de los yacimientos de Bauxita en Los Pijiguaos; carretera a Caicara y Puentes del Caura, Aro y Cuchivero; Carretera Upata-El Dorado y carretera El Dorado-Santa Elena; obras del Hospital de El Callao, Pala­cio de Justicia de Ciudad Bolívar, acueductos y cloacas de Ciudad Bolí­var, canalización del río Yocoima, acueducto de Upata, entre muchas otras obras de orden social, educacional, sanitario y cultural que sería largo enumerar y que forman parte de la infraestructura global del desa­rrollo urbano e industrial de la región Guayana. Guayana que hace 35 años tenía una población inferior a los 300 mil habitantes, cuenta hoy, gracias a los planes y programas de desarrollo en ejecución con una población superior al millón de habitantes con una tasa de crecimiento del 3.96 por ciento afianzada sobre una tasa de natalidad del 31 por mil y de mortalidad ubicada en 4,2 por mil. El 86,56 por ciento de la pobla­ción vive en centros urbanos y el 56,46 de la población total tiene eda­des que oscilan entre los 15 y 56,56 años.
La fuerza de trabajo de la Región Guayana se ubica a esta altura en 331.946, de los cuales sólo el 5 por ciento está desocupada. Para 1994, meta del Plan de Inversiones de la CVG, se mantendrá ese mismo por­centaje de desempleo, pero la fuerza de trabajo habrá aumentado a 415.591 con 394.811 personas en pleno empleo.