sábado, 3 de marzo de 2018

IX Corporación Venezolana de Guayana CVG



Ciudad

Guayana y
Región como
un todo

El 29 de diciembre de 1960 cuando Rómulo Betancourt estampó el eje­cútese al Decreto 430 que creaba la Corporación Venezolana de Guayana, la región exportaba más de 12 millones de toneladas de hierro extraídas del Cinturón Ferrífero de Imataca, mientras en la zona de Matanzas cen­tenares de técnicos y obreros levantaban con tecnología italiana la Plan­ta para manufacturar parte de ese hierro que se estaba yendo a Siderúrgi­cas de ultramar.

Pero esas industrias, tanto la extractiva como la manufacturera, reque­rían de abundante energía eléctrica que habría resultado muy costosa generar sino hubiera sido por la que existía en el Caroní en estado poten­cial. De manera que paralelamente a la Planta Siderúrgica del Orinoco se construía la primera Presa Hidroeléctrica del Río Caroní: Macagua I y se proyectaba el gigante de Guri, junto con una Planta de Aluminio de capital mixto con la Reynolds International.
La CVG absorbió por mandato de la ley esas empresas y proyectos en ejecución, que hasta entonces eran patrimonio, y funcionaban bajo la administración del Instituto del Hierro y del Acero y de la Comisión de Estudios para la Electrificación del Caroní. A esta última, la CVG le asignó la División de Operaciones de Centrales Hidroeléctricas y la Di­visión de Construcción de Centrales Hidroeléctricas.
La CVG, en consecuencia, nació al calor de la industria del hierro y de la electricidad, pero como antecedente histórico, debemos decir que si bien en 1926 ya se habían descubierto los yacimientos de hierro de El Pao, el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico del Caroní se ve­nía planteando desde 1904. En este año, se alentó por primera vez el proyecto de aprovechar los Saltos del Caroní como fuente hidroeléctrica siguiendo el éxito de la primera central hidroeléctrica (1987) que tuvo Venezuela, la de "El Encanto" en el Río Guaire, con una capacidad de 420 kilovatios y la de Los Naranjos (1901 ), ambas construidas por la C.A. Electricidad de Caracas. El Cojo Ilustrado en su edición del prime­ro de enero de 1882 comenta una información procedente de París, se­gún la cual, serían aprovechadas las aguas del Sena como fuentes de energía eléctrica y añadía el comentarista: "Que sea pronto esta verdad práctica una verdad científica, que lo que es para París el Sena, lo es para Caracas el Guaire" y así/vino a realizarse este vaticinio: abriendo paso a la interrogante para otras regiones de ríos más portentosos como Guayana que con el sólo Caroní plenamente desarrollado podría alumbrar a toda Venezuela y más allá de sus fronteras.
De manera que, cuando por primera vez se habló de instalar turbinas en los Saltos del Caroní fue en tiempos de Cipriano Castro, exactamente en 1904, año en que una deuda de 20 millones de bolívares presagiaba tor­menta para el país, y no eléctrica precisamente.
Las tormentas eléctricas, con raras excepciones, Caracas y Ciudad Bolí­var entre ellas, eran la única forma de electricidad conocida para mu­chos pueblos de la Venezuela adentro al iniciarse el Siglo XX, no obs­tante, haber sido denominado el anterior como el "Siglo de la Electrici­dad". Ciudad Bolívar conoció la electricidad en 1911 bajo la administra­ción del Presidente del Estado, Arístides Tellería, después de Caracas que la conocía desde 1883 cuando el señor Carlos G. Palacios instaló en las inmediaciones del mercado de San Pablo (Plaza Miranda) una pe­queña planta movida por un motor de vapor para iluminar al Teatro Guzmán Blanco (Municipal) y la Calle Comercio.
Nuestros abuelos del Orinoco recuerdan la primera planta eléctrica de Ciudad Bolívar, combustionada con carbón antracita importado y en tiem­po de escasez, con leña cortada en los terrenos baldíos del Municipio. Con esta planta se inició la C. A. La Electricidad de Ciudad Bolívar constituida el 22 de octubre de 1910. El alumbrado público se inauguró el 5 de julio de 1911 y la energía hidroeléctrica no llegaría sino medio siglo después.
Cuando de verdad se formalizó un proyecto efectivo y sostenido para el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico del Caroní fue en 1948. Entonces la Corporación Venezolana de Fomento inició los primeros estudios que, en 1953, indujeron al Ministerio de Fomento a crear una los recursos energéticos, hídricos, minerales y forestales, entre otros.
Pero la jurisdicción o radio de acción de la CVG no es monopólicamente Ciudad Guayana como en un comienzo se criticaba, sino los Estados Bolívar, Amacuro, Amazonas y Sur de Anzoátegui y Monagas. Ciudad Guayana es tan sólo el centro de poder, asiento de las empresas básicas, el núcleo más importante de ese desarrollo integral, que la CVG tiene como misión promover dentro del marco de lineamientos del Plan de la Nación y en concordancia con lo establecido en el Decreto Presidencial 282 sobre coordinación, control y tutela de las empresas del Estado.
En principio, cuando todo estaba por hacer, aún en el primer decenio, se abrigaba el temor, y esto lo acusaba sobremanera Ciudad Bolívar, de que Ciudad Guayana creciera y se desarrollara macro-cefálica a expensas de las unidades político-territoriales a su alrededor. Que se transformara en un polo de atracción y no de irradiación de la riqueza que allí se procesa. Realmente, ello se evidenciaba más por el hecho de que Ciudad Bolívar perdía su rol de capital económica, tradicional del Estado, y gran porción de su población activa y gerencial se desplazaba hacia la entonces llamada Zona del Hierro. Era indudablemente un fenó­meno demográfico y socio-económico inevitable e incluso Ciudad Bolí­var (Heres) y Upata (Piar) debieron ceder territorios para la creación de un nuevo distrito (Caroní).
Lo que había que hacer era esperar que aquél polo de desarrollo se con­solidara para luego precisar el nuevo rol de la Capital y demás ciudades de Guayana. Sin embargo, muchos sectores no lo entendían y así el Ge­neral Rafael Alfonso Ravard muy pronto pasó a ser no bien visto, hasta el punto de ganarse peyorativamente el título de un "Virrey" que sólo atendía y daba cuenta de sus actos al Presidente de la República, elu­diendo toda participación democrática de los sectores vitales de la re­gión. Era lo que entonces se criticaba, a través, de los medios de comu­nicación social y tal vez ello indujo al sucesor Argenis Gamboa a tener, por lo menos con Ciudad Bolívar, una apertura de información y diálo­go. De todas maneras, el Gobernador Carlos Eduardo Oxford Arias (1969-1970) denunció públicamente la situación de distanciamiento, y casi de conflicto, entre la CVG y la Gobernación y, por supuesto, duró poco tiempo como mandatario regional.
La gestión bajo la presidencia de Leopoldo Sucre Figarella modificó acentuadamente el esquema de trabajo y relaciones llegando a ser me­nos centralista. Tal vez porque ya Ciudad Guayana había sido consoli­dada como polo de desarrollo y entonces se hallaba en capacidad de irradiar las bondades de un desarrollo industrial importante. De suerte que hoy resultan escasos los puntos vitales de la región donde la CVG no tenga la mano metida en función del desarrollo.
Aparte de Ciudad Guayana, asiento de las empresas básicas y de un constante desarrollo industrial y urbanístico, hasta el punto de que por la parte Oeste, prácticamente, ha surgido una nueva ciudad de 15 mil hectá­reas para sustentar otro parque industrial; distintos puntos geográficos de su influencia han comenzado a ser parte de un sistema interconectado e interrelacionado en el logro de un desarrollo armónico en el ámbito regional.
Ciudad Bolívar, Tucupita, Puerto Ayacucho, Upata. Caicara, El Callao, el Sur de Monagas y otros, han comenzado a sentir los efectos del desarro­llo promovido por la CVG. A la vista, está el desarrollo forestal de Uverito, al Sur del estado Monagas; la empresa maderera San Juan, en Caripito, que explota los recursos manglares del Oriente de Venezuela y; CVG-Proforca, que aprovecha las plantaciones de pino Caribe; la em­presa Minervén, en El Callao, que produce oro comercialmente renta­ble; además, de las empresas Revemín II, que optimiza el funcionamiento operativo del plantel industrial de Minerven y Protemin, que explota las colas de Mocupia, módulos pesqueros, piscicultura rural, desarrollo fructícola, cría de búfalos y saneamientos de tierras para incorporarlas a la producción agropecuaria en el Delta; explotación comercial de los bosques de Gurí e Imataca; programa de explotación del caucho en Amazonas; el Parque Industrial los Farallones; vialidad urbana y auto­pista de Ciudad Bolívar, vialidad urbana y autopista de Upata; explotación de los yacimientos de Bauxita en Los Pijiguaos; carretera a Caicara y Puentes del Caura, Aro y Cuchivero; Carretera Upata-El Dorado y carretera El Dorado-Santa Elena; obras del Hospital de El Callao, Pala­cio de Justicia de Ciudad Bolívar, acueductos y cloacas de Ciudad Bolí­var, canalización del río Yocoima, acueducto de Upata, entre muchas otras obras de orden social, educacional, sanitario y cultural que sería largo enumerar y que forman parte de la infraestructura global del desa­rrollo urbano e industrial de la región Guayana. Guayana que hace 35 años tenía una población inferior a los 300 mil habitantes, cuenta hoy, gracias a los planes y programas de desarrollo en ejecución con una población superior al millón de habitantes con una tasa de crecimiento del 3.96 por ciento afianzada sobre una tasa de natalidad del 31 por mil y de mortalidad ubicada en 4,2 por mil. El 86,56 por ciento de la pobla­ción vive en centros urbanos y el 56,46 de la población total tiene eda­des que oscilan entre los 15 y 56,56 años.
La fuerza de trabajo de la Región Guayana se ubica a esta altura en 331.946, de los cuales sólo el 5 por ciento está desocupada. Para 1994, meta del Plan de Inversiones de la CVG, se mantendrá ese mismo por­centaje de desempleo, pero la fuerza de trabajo habrá aumentado a 415.591 con 394.811 personas en pleno empleo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario