jueves, 3 de mayo de 2018

II-El Mercantilismo

Nacimiento de Guayana como verdad
Guayana
llave de las
Comunicaciones

Dentro de la política económica de la época que era la del Mercantilismo, el Estado resultaba más fuerte mientras más metales preciosos atesora­ba. De allí el interés marcado de España por metales como el oro, la plata, el platino y el hierro, todo lo cual según las muestras había en Guayana. La existencia de estos metales aceleró el tratado de Madrid que dio lugar a la Expedición de Límites que, aunque fue un fracaso desde el punto de vista de la demarcación de fronteras entre Brasil y la Guayana Venezolana debido a que los portugueses hicieron mutis en el escenario, tuvo en cambio, otros logros que definieron, estructuraron y encauzaron el destino de la provincia.
Guayana había sido una región de gran resistencia a la entrada y consoli­dación del poblamiento y administración española. Esto se rompe. El nacimiento de Guayana como entidad territorial, administrativa, política, social y económica es en verdad la obra de la Expedición de Límites, aunque es admisible el fracaso del trazado de la línea fronteriza.
La expedición de Límites tuvo tres grandes fases: la fase de exploración, la de los recursos para realizarla y transformación regional de Guayana.
Los primeros obstáculos que impidieron el avance de la expedición se localizan entre 1754 y 1756 cuando José Solano y Bote trató de traspo­ner los raudales de Atures y Maipures. Es una etapa de activación, de Desarrollo de la estructura logística: red de abastecimiento, de transpor­te, víveres, dinero. Es una estructura de ocupación del territorio que avanza. Esta primera etapa pasó por un momento absolutamente crítico porque España todavía no tenía claro para que servía eso y la situación era muy grave dentro de la expedición, pues habían muerto, además del botánico Pedro Lóefling, varios cosmógrafos e infantes a lo cual se su­maba la deserción de tropas reclutadas en Cumaná.
Del 56 al 58 se produjo una especie de relanzamiento de la Expedición a partir de los recursos obtenidos a través de dos emisarios enviados a España y Santa Fe de Bogotá. Se trazan planes de ocupación favoreci­dos por el conocimiento del Alto Orinoco, por parte de José Solano, que es el ejecutor de esa política. Es entonces cuando la Expedición comien­za a verse como una entidad de transformación regional toda vez que se monta una estructura de poblamiento, una estructura socio-económica y política para la Guayana de la segunda mitad del siglo XVIII.
El fracaso de la Expedición de Límites desde el punto de vista de demar­cación de fronteras obligó a España y Portugal a suscribir en la ciudad del Pardo otro Tratado modificatorio del anterior y a partir de allí Gua­yana entró en una etapa distinta. Una parte de los expedicionarios se volvieron a España y figuras significativas se radicaron. José de Iturriaga, comandante de la Expedición de Límites, se quedó como Comandante de las nuevas poblaciones del Orinoco. Se establecieron entonces dos Comandancias: La Comandancia de Guayana con asiento en Angostura a cargo de Joaquín Moreno de Mendoza y la Comandancia de las nuevas poblaciones del Orinoco, a cargo de José de Iturriaga.
A partir de 1763 aparece en Caracas la figura emblemática y fundamental para entender la Expedición de Límites que es José Solano como Capitán General, como administrador de la expansión española en el Alto Orino­co y Río Negro, y quien va a racionalizar todo el proceso de la Coman­dancia de nuevas poblaciones.
Con la doble Comandancia Orinoco y Guayana que suscitó diferencias entre Moreno de Mendoza y José de Iturriaga se buscaba una forma militar y un nuevo dispositivo de defensa, verdaderamente eficaz al tiem­po, que el traslado de la Capital de Guayana a la Angostura del Orinoco (1764) y el logro de un tipo de estructura socio-económica de frontera permitiera una consolidación dentro de la ocupación realizada en los años de la Expedición de Limites.
Para tales efectos, se tenían mediante una economía de guerra, proyectos para localización de minerales en la zona de La Esmeralda que ya había sido explorada por Apolinar Díaz de la Fuente, desarrollo de una explo­tación de Cacagual Silvestre del Alto Orinoco y otras iniciativas que se materializaron a partir del Gobernador Manuel Centurión, quien fundó y repobló 40 pueblos, fortificó los puntos vitales de la provincia, estimuló la inmigración, permitió el mestizaje y le imprimió gran impulso al desa­rrollo urbano de la ciudad capital.
En 1788, en tiempos del Gobernador Miguel Marmión se envían a Ma­drid para su estudio las primeras muestras de madera de los densos bos­ques de Guayana y se comienza a ver los resultados de la gestión admi­nistrativa de Centurión, en el ramo de agricultura y la ganadería. Las Misiones del Caroní sacan de Upata unas 600 pacas de tabaco anuales y un censo pecuario sitúa la ganadería en 220 mil cabezas para 1790, año éste en que el Papa Pio VI decreta la creación de la Diócesis de Guayana con jurisdicción sobre todas las provincias del Oriente y se inicia el co­mercio libre con España.

En un informe dirigido por el Gobernador Miguel Marmión al Rey Car­los III (10 de julio de 1788), se refiere a Guayana como llave de las comunicaciones entre las provincias de Cumaná, Casanare, Nueva Gra­nada y el litoral atlántico, utilizando el Orinoco como la vía más expedi­ta. Alerta sobre el peligro de la penetración extranjera a través del río Esequibo mediante la implantación de conuqueros y plantea la necesidad de contrarrestarla poblando las fronteras y dotando a las familias pobres de 25 a 30 vacas para lograr una política de asentamiento eficaz. En este sentido, propone quitarle a las misiones la Administración de los hatos, lo cual por supuesto, le valió un serio conflicto con los religiosos catala­nes de las Misiones. En su informe, Marmión calcula la población de Guayana en 24.325 habitantes.

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