Operación
Rescate
Macagua
II
La
Industria
Integral del
Aluminio
Integral del
Aluminio
La Presa de Guri es una de las obras
monumentales de mayor relieve y significación realizadas por el hombre,
empeñado siempre en dominar la naturaleza, para su mejor provecho y bienestar.
Destaca esta obra entre las primeras más
grandes del mundo y la segunda de Latinoamérica.
En la frontera del
Brasil con Paraguay se localiza la de Itaipú, 15 veces más grande en tamaño que el
eurotúnel que une a Gran Bretaña con Francia,
capaz de generar hasta 12 millones 600 mil kilovatios, seguida en el
continente de la Presa Grand Coulee de los Estados Unidos, en el orden de los
10 millones 600 mil. La Presa de Guri, cuya construcción tardó 26 años, genera 10 millones de kilovatios
con los cuales se abastece toda la industria básica del país así como oriente,
centro y occidente.
Comenzó a ser construida en noviembre de 1968
en el Cañón de Necuima, cuenca baja, a unos 90 kilómetros
aguas arriba de la desembocadura del Caroní en el Orinoco. Necuima está dentro
de la jurisdicción del antiguo pueblo o Misión de San Buenaventura de Guri.
Es Guri una región montañosa, a la margen derecha del
Caroní, 501 metros sobre el nivel del mar y
temperatura promedio de 26 grados centígrados. Ha estado poblado desde
siempre como bien lo revelan sus prodigiosos como extraños petroglifos.
Cuando el misionero evangelizador llegó allí
en 1761, tres años antes de fundarse la Angostura del Orinoco, organizó al pueblo
conforme a los patrones de su religión y le
puso el nombre de San Buenaventura de Guri. Según la leyenda, Guri era
el nombre de la hija del Cacique del lugar, quien aceptó la cristianización de
su pueblo a condición de que una hermana del misionero evangelizador lo
aceptara en matrimonio.
La leyenda también habla de que la idea de
levantar un muro para contener las aguas, comenzaron a materializarla los
primitivos arecunas, no para aprovechar el potencial hidroeléctrico del Caroní,
sino para evitar que hasta sus poblados
llegara una misteriosa canoa que solía descender con un gigante colibrí
coronado de luz y cuya mirada, como un rayo, fulminaba a cuanto ser humano se
le atravesara a su paso. Tal el Tucuy Endaquema que el escritor José
Berti cita en su novela Espejismo de la Selva.
Para 1799, Guri tenía 679 habitantes, bajo la
protección política y religiosa del Padre
Fray Francisco de Darmas. Su población nunca pasó del millar. Vivía de
la agricultura, la cría y de una barcaza que hacía el transbordo de vehículos y
pasajeros entre una y otra ribera del Caroní. Pero a fines de los años de 1960,
la población tradicional de Guri se reubicó para darle paso a otra realidad: La
Presa Hidroeléctrica, de extraordinario impacto social y ecológico en el
lugar. Guri entonces se transformó con maquinarias y gentes de todas partes.
Durante la etapa más recia en construcción de la Presa Guri, llegó a contar 20
mil moradores. En la actualidad su
población, aparte de la afluencia de visitantes o turistas que promedian
los 30 mil al año, es mucho menor, pero más estable.
El proyecto Guri surge como respuesta, al crecimiento
acelerado de la demanda energética del país, acentuada por el desarrollo de la
industria pesada en Ciudad Guayana que ya contaba de antemano con la central
hidroeléctrica de Macagua I, cuya producción anual de 2.800 millones de kwh, ya
estaba resultando insuficiente.
Aunque el Proyecto Guri, consiste en una represa de
gravedad de concreto, fue previsto para ser
ejecutado en tres etapas, podríamos decir que se realizó en dos debido a la
fusión de la segunda y tercera planteada por el aumento de los precios del petróleo en la década de 1970 frente a
una demanda energética cada vez mayor.
La primera etapa quedó totalmente concluida en 1978, la siguiente y final el 8 de noviembre de
1986, que eleva la capacidad de generación de sus 20 turbinas hasta 10 millones
de kilowatios hora. El embalse o lago de las aguas represadas por el ciclópeo
muro de concreto que se alza hasta una cota de 272 metros, se extiende sobre
una superficie de 4.750 kilómetros
cuadrados, con almacenamiento total de 134.500.000.000 de metros cúbicos
de agua.
En el sitio de la
Represa, al Caroní se le calcula una hoya hidrográfica de 85.500
kilómetros cuadrados con un gasto medio anual de 5.000 metros cúbicos
por segundo. La mayor crecida registrada allí se ubica en 17.000 metros cúbicos por segundo,
pero al construirse la presa se consideró
una máxima de 62.000 metros cúbicos por segundo.
Pero la Presa o Represa de Guri no sólo
constituye una obra de ingente importancia para la industria y la economía del
país, sino que la majestad de la obra y su entorno constituyen, hoy por hoy,
un atractivo turístico de singular importancia.
Dentro del contexto turístico de Guayana,
siempre habían destacado Canaima y el
Auyantepuy con su gigantesco Salto Angel, el más grande del mundo, como
de gran interés contemplativo y recreativo, ahora hay que señalar a Guri en ese
mismo parámetro. Aquellos como valores turísticos naturales, más abiertos
aunque socialmente menos accesible, y éste como un valor donde se conjuga el
paisaje natural con una obra colosal de la ingeniería contemporánea y otros
elementos de la creatividad estética.
Una masa de casi 8 millones de metros cúbicos de concreto
conforman la arquitectura monumental, que en el Caño Necuima de Guri represa al
Río Caroní y da lugar a un lago tan grande como la superficie del Estado
Carabobo y aún así, con sus 180 toneladas de presión por metro cuadrado, es incapaz de conmover a esta singular
mole que se ancla y se sostiene en el lecho fluvial, por los mismos efectos o fenómenos
lógicos de la fuerza gravitacional.
Esto, de por sí, da al turista idea de la grandiosidad de esta obra,
cuya pesada volumetría se percibe suavizada por la majestad del agua que de un
lado se remansa en el lago y del otro dinamizan las compuertas del aliviadero
mostrando la fuerza que hace girar las veinte turbinas que dan energía y luz a
los centros urbanos importantes de Venezuela y Colombia.
Por sí solo este Lago de 4.750 kilómetros
cuadrados es un atractivo singular que se ve reforzado con el deporte y
actividades propias del agua corno la pesca,
por ejemplo, la cual suele darse de manera espléndida en ese ingente cuerpo de agua donde un exquisito pez
llamado Pavón parece ser el intruso,
entre otras especies de la ictiofauna, expresamente sembradas.
Capítulo aparte merecen las creaciones
artísticas que ambientan la monumental Presa y con las cuales entra en relax
el espíritu del visitante, tras el impacto
abismal de la obra y el espectáculo impresionante de las aguas
irrumpiendo con impetuosa y descomunal fuerza desde los aliviaderos.
El interior de las Casas de Máquinas o
albergues de turbinas, generadores y otros sofisticados equipos electrónicos,
está ambientado con cromoestructuras y
fisicromías del artista venezolano Carlos Cruz Diez. En la primera Casa surgen las cromoestructuras a
partir de los siete colores del arco iris y en la segunda un mural
fisicrómico que se modifica a medida que el
espectador se desplaza. Los murales se extienden hasta las cúpulas y, adicionalmente, en la Casa de Máquina
Dos, el visitante puede crear su
crepúsculo proyectando luz con ayuda de dispositivos digitales, a través
de una ventana ópticamente supuesta.
Tras penetrar en ese ambiente imperturbable
que son las Casas de Máquinas, el visitante recorre la Plaza del Sol y de la
Luna y se extasía en las columnas del anfiteatro con capacidad para unas siete
mil personas, inaugurado el 30 de junio de 1990 con una sinfonía inspirada en
el propio escenario de Guri, del músico y compositor venezolano, Alfonzo
Tenreiro Vidal.
La Plaza del Sol y de
la Luna fue construida a dos niveles conectados por una zona de transición: en
el plano o nivel superior, el Reloj de Sol con una sombra vertical producida
por las inclinaciones del Astro Rey que marca
las horas y los meses cuando el buen tiempo lo permite y, en nivel inferior, la Luna completando la sociedad
mitológica que nuestros antepasados dejaron grabada sobre las piedras.
Síntesis de todo el esfuerzo tecnológico
materializado en esta Central Hidroeléctrica
que lleva el nombre de Raúl Leoni, primer guayanés que ascendió a la
Presidencia de la República y bajo cuyo mandato se realizó parte importante de
la Presa, la constituye la Torre Solar. Esta obra cumbre que su autor, Alejandro Otero, conceptuó metafóricamente como una
"flor tecnológica brotando desde la misma tierra", se halla ubicada en una plaza -Plaza la Democracia- especialmente
diseñada entre rocas por el arquitecto Domingo Álvarez.
La Torre, de 50 metros de altura y 53 de
diámetro en su parte superior, consiste en
un ahuecado fuste de concreto revestido de acero inoxidable, en cuyo tope se levantan dos turbinas eólicas
superpuestas que giran en sentido contrario.
Al encontrarse con ella desde cualquier ángulo
y distancia, la Torre, como un faro, destella las luces del tiempo en una
variación inagotable a la par que nos regala perspectivas con las cuales juega
y se eleva la imaginación hasta mundos siderales.
Guri es algo nuevo y asombroso para el turista
del mundo y destaca en cualquier guía o texto sobre Guayana como uno de sus
grandes atractivos. Venir a esta provincia
del Orinoco desde cualquier ciudad de Venezuela, o del planeta, y retornar sin haber cumplido una visita a la
Presa, ya no se concibe, además, no lo perdonaría San Buenaventura,
patrono de la región, a quien se encomendó el Mocho Hernández, tras acampar en
ella poco antes de la Batalla de Orocopiche en 1892.
Operación Rescate
La realización de una obra de tan descomunales
proporciones como la Represa "Raúl Leoni" de Guri, habría implicado
un impacto ecológico igualmente descomunal
si no se hubieran tomado las decisiones que preventivamente se tomaron en 1968, y las cuales redundaron en beneficios tangibles
que subrayan a la propia existencia del Lago o embalse de las aguas represadas
que ha dado lugar al cultivo de un potencial pesquero de gran importancia
socio-económico del cual hablamos en el Capítulo VIII, la llamada Operación Rescate que hizo posible la protección de un
recurso altamente valioso como es nuestra fauna salvaje y la sustracción de
petroglifos tenidos como legado de la cultura de los aborígenes que en tiempos
prehispanos habitaron el lugar.
Para esta operación
rescate se trajeron expertos con experiencia en otras represas
y se utilizaron curiaras expresamente construidas para hacerlas resistentes
no solo el embate de las aguas sino de las zonas a penetrar en los bosques sumergidos,
sacos de sisal previamente fabricados del tamaño
que permitiese introducir en ellos los animales, trampas para ciertas
especies difíciles de atraer como la lapa, perros cazadores conducidos por
baquianos entrenados y un personal suficientemente adiestrado para esta
novedosa, como emocionante, labor conservacionista.
Un hecho relevante en
este trabajo de varios días fue el rescate de ofidios no venenosos y venenosos en
cifra de unos 4 mil repartidos en 20 especies. De esta cifra, 675 ejemplares
pertenecían al cascabel y fueron utilizados para la extracción de sueros y
estudios.
Asimismo, fueron rescatados de la inundación
especies pertenecientes a los grupos de grandes nadadores como chigüire, babas,
matos de agua, iguanas y culebras de agua. Por supuesto, estaba previsto que un
buen porcentaje de animales perecería
sepultado por las aguas. Era inevitable debido a factores naturales
insuperables, pero se dieron casos como el del
morrocoy, que no obstante ser un animal lento y del cual se temía su desaparición
por la velocidad con que las aguas inundarían la zona, demostró gran capacidad
de resistencia para evitar el peligro de perecer por inmersión. Los felinos,
abundantes en el área de inundación no se capturaron en la misma proporción
prevista, lo cual demostró el gran sentido
de percepción de esos animales que se retiraron a tiempo ante la proximidad de las aguas. Los
Araguatos, mono cara blanca, viuda negra, dotados de gran agilidad e instinto
de conservación, debieron ser acosados en
los extremos boscosos y obligarlos saltar al agua y a zonas de vegetación
baja, para su rescate. Presentaron dificultad también los osos palmeros que por
su gran potencia y el poder de sus antebrazos dotados de fuertes garras,
opusieron gran resistencia al rescate.
El éxito de esta labor llevada a cabo por
CVG-Edelca con la colaboración de organismos ecologistas, se debió en su
totalidad al recurso humano integrado en
equipos y bajo la dirección de una Comisión Ejecutiva de alta eficacia,
donde participaron los más calificados expertos en materia de conservación de
los recursos naturales renovables.
Así como, fue posible una operación rescate
para la fauna, lo fue también para los
Petroglifos de Guri: 29 piedras o rocas con dibujos curvilíneos unos,
otros triangulares y circulares y los demás, figuras de aves, mamíferos y
dibujos antropomorfos. De todos, llamó poderosamente la atención de los
antropólogos y arqueólogos de la Universidad Central
de Venezuela que participaron como asesores, la figura de unos siameses
o gemelos unidos y repetidos, aparentemente simbolizando el mito de la
creación. En suma, las 29 rocas con peso oscilante entre 500 y 4.000 kilogramos, tenían grabadas 75 figuras y
para arrancarlas de un sitio fue necesario utilizar una gabarra provista
de grúa con un recio equipo de seis hombres y otros expertos. Al final de la
operación, los petroglifos fueron colocados
en un patio de las instalaciones de la CVG, en Guri, a disposición de
los estudiosos e instituciones interesadas en tenerlos,
como fueron los casos, del Museo de Bellas Artes de Caracas y el Museo
de Ciudad Bolívar en la Casa del Correo del Orinoco, donde se halla a la
entrada una de esas invalorables piezas.
En la ocasión, estudiosos de las distintas ramas de la
antropología, hicieron una valoración de
los petroglifos de Guri y que tuvo repercusión, no sólo en los medios científicos y
artísticos, pues una interpretación fotográfica
de ellos se hizo manifiesta en una exposición del Centro Venezolano
Americano de Las Mercedes. La exposición realizada el 2 de julio de 1968, destacaba el estilo naturalista,
realista y figurativo de esos dibujos
primitivos frente al inmenso número de petroglifos geométricos hallados
en otras partes de Venezuela.
Hablando de ellos, Walter Dupuy los atribuía a
motivos religiosos propios de los antiguos pueblos animistas y pensaban que
alguna de las figuras, posiblemente, representaban las deidades que habitaban
el paisaje circundante, según la creencia de los remotísimos en el tiempo,
cuyos artífices las expresaron así, en dura roca.
Macagua II
Me imagino que el legendario Laberinto de
Creta ha debido ser como Macagua II. Sólo que aquí el Minotauro, contrario a la
leyenda, nunca podría ser alcanzado por la
astucia porque su fuerza estará siempre bien administrada para dominarlo todo con la gracia y la telúrica energía que
le imprimen la dulce majestad del agua y la dureza de la tierra.
Es todo este complejo
de Macagua II un laberinto singular y misterioso, encantador, donde la
naturaleza y el ingenio del hombre se conjugaron en una apoteósica invocación
de progreso.
Es un laberinto donde se atrapa el agua
resistida en parajes turbulentos que luego,
convertida en remansos y cascadas, exalta la geología milenaria del paisaje y hace menos perecedera la existencia
del hombre. Es quizás la ¡bienhadada
poesía de Juan de Mena! un Laberinto de Fortuna incrustado en la trama
octogonal de una gran ciudad que crece y nunca se detiene.
Nada hay allí que se
parezca a una macagua (serpiente venenosa). Todo es
dulce, energético y sobrecogedor como la globalidad del paisaje. Acaso lo
más parecido en el mapa, más por lo reptante que por otra cosa, sea la línea férrea que pasa por
su costado del poniente.
Uno pudiera ubicarse en el Parque Cachamay o
en el de la Llovizna donde el agua pulverizada penetra en cada poro. Pudiera
ubicarse y elevarse un poco, lo suficiente para contemplar el lago metiéndose
furtiva y sigilosamente, con la fluidez sí
de una macagua, en las turbinas de las tres Casas de Máquinas.
Contemplar los espejos de agua aprehendidos entre los diques e islotes, los
saltos copiosamente espumosos, el enroscado
y ciclópeo muro de la presa de concreto, la vialidad sobre las aguas, los parques y las zonas verdes, los espacios
deportivos y recreativos, las subestaciones hidroeléctricas, en fin, los
edificios y el aeropuerto con un extremo de la pista hendido en el propio lago
artificial de la Presa.
Todo un laberinto
impresionante, sugestivo, el laberinto configurado de un hiperbólico oído donde se
resuelven las ondas de la tempestad del Caroní
en un extraño concierto que estimula y excita. El Caroní despierta su fuerza
colosal en el coso de la doma y el domador lo domestica en un largo
proceso difícil de relatar, ni siquiera con el sistema iconográfico más
avanzado. Para darnos una idea aproximada, sólo hay que detener en lo que era
la naturaleza en aquellos antiquísimos predios del cacique Morequito, luego ver
allí surgir como por arte de magia esta obra de alta ingeniería perfectamente
acabada y tras una aguda afinación, poner a volar la imaginación.
Mucha agua ha corrido desde los tiempos del
Cacique Morequito, cuatro centurias o algo más y, obviamente, el 7 de julio de
1988 cuando Angel Arellán, activó la voladura que daba inicio formal a los
trabajos de construcción de la nueva y
tercera Central Hidroeléctrica del Caroní, aquel lugar no era el mismo,
pero seguía siendo apto para que en él creciera algo monumental como esta presa
que volcará sobre patios y tendidos una
fuerza equiparable a 2.540 megavatios que sumada a la de los 370 de la Central
Macagua I y a la de los 10.000 de la Represa Raúl Leoni en Guri, dará otra
mayor para cubrir las necesidades eléctricas de unas veinte ciudades
como Caracas. Particularmente, Macagua II producirá
un equivalente al 20 por ciento de la energía eléctrica que consume
actualmente el país, destinada primordialmente a satisfacer el incremento de la demanda que comenzó a generarse a
partir de 1993 cuando el índice de
crecimiento, por consumo de energía, se situaba en una tasa superior al
6 por ciento interanual.
Macagua II es la
prolongación de Macagua I y eslabón de una cadena de Represas
que se ha propuesto CVG-Edelca para aprovechar el potencial hidroeléctrico de los
llamados Saltos Inferiores del Caroní, entre ellas Tocoma y Caruachi, cuyos trabajos preliminares tales como vías de acceso
y Ataguias, están en ejecución.
En 1961 terminó la construcción de Macagua I,
en 1986 se colocó la décima y última
turbina de la Central Hidroeléctrica de Guri y Macagua II se ha previsto
que estará totalmente lista hacia 1997.
Ya se hicieron (1992)
las pruebas electromecánicas en el primer bloque de
generación. Esta Presa, con una elevación de 56 metros sobre el nivel del mar recibirá a presión
acumulada de 36 millones 300 mil metros cúbicos de agua a nivel máximo que hará
girar las turbinas de las dos Casas de
Máquinas principales, la una y la dos, con un total de 14 unidades de
generación.
La Casa de Máquina Dos alojará 12 unidades
generadoras con turbinas tipo Francis, de eje vertical. La caída neta que será
de 46,40 metros corresponde a una capacidad por unidad de 198 megavatios y en
función y preservación de la belleza escénica de los Saltos La Llovizna y
Cachamay, se previó una tercera Casa de Máquinas de dos unidades generadoras provistas de turbinas tipo Kaplan con
una potencia por unidad de 74 megavatios.
Las otras dos Represas -Caruachi y Tocoma-
deberán estar en total producción al
comenzar el año 2000. Caruachi, con catorce unidades, tendrá, para
entonces, una capacidad instalada de 2.424 megavatios y Tocoma, en sitio
geológicamente privilegiado desembocadura de Río Claro, 18 kilómetros aguas abajo de Guri generará con igual número de unidades,
la misma potencia de 2.424 megavatios.
Con estos proyectos y sus sistemas de
transmisión asociados, CVG-Edelca evitará
una posible crisis energética a juzgar por la tasa de crecimiento interanual
de una demanda, que por supuesto, no se detiene en el 2000 sino que continuará por imperativo de la
dinámica del crecimiento demográfico e industrial.
Ya, a partir del año
2000, cuando estén listos y en plena producción los Proyectos del Bajo Caroní,
Edelca deberá pensar en desarrollar el potencial del Caura, río al cual se le
calcula un potencial de 15 mil megavatios o el del Alto Caroní y del Paragua
cuyos estudios de inventario y prefactibilidad se iniciaron con suma previsión
en 1979.
De acuerdo con estos estudios de inventario y
prefactibilidad, el Alto Caroní, presenta tres sitios aprovechables -Tacayacuy,
Aripichei y Eutobarima- y un cuarto, el Río Paragua, todos con un potencial
estimado en 8.500 megavatios de generación
que podría satisfacer las necesidades energéticas de principios del
próximo siglo.
Pero las cuantiosas inversiones de CVG-Edelca
no sólo se dirigen a la construcción de
macro centrales hidroeléctricas a lo largo del curso del Caroní, sino que también se dirigen a la
realización de microcentrales en los afluentes de ese gran río para
llevar la energía a puntos militares fronterizos y a comunidades rurales
integradas por indígenas, misioneros, mineros y campesinos. Actualmente, se
encuentran en funcionamiento las microcentrales hidroeléctricas de Kavanayen,
Kamarata, Wonken, San Ignacio de Yuruari, Ciudadela, Cuao y se construyen las
de Santa Elena de Uairén, Icabarú y Canaima.
En fin, el Caroní o
mejor, toda la cuenca del Caroní, se hallará para los primeros años del 2000,
erizada de Centrales Hidroeléctricas de todas las
dimensiones. Entonces, serán sólo navegables los espacios lacustres de
sus Represas, donde además, con un impacto ecológico positivo a nivel de la ictiofauna, crecerá un potencial
pesquero impresionante como el del
Guri, pero cada Presa con una particularidad signada por el medio natural
o urbano como en el caso de Macagua II, que presenta la configuración de un
Laberinto singular atrapado por la trama urbana de Los Olivos, Puerto Ordaz y
San Félix.
La industria integral del
aluminio
La industria del aluminio
requiere de abundante electricidad, unos 15 o 17 kilovatios por kilo, y de su
materia prima fundamental, la bauxita. Ambas, se dan en la Guayana en
condiciones y calidades ideales y el resultado ha sido la materialización de un
gran complejo industrial del aluminio con un alto grado de integración
vertical.
Sin
embargo, las dos Plantas de Aluminio existentes, Alcasa y Venalum, iniciaron sus operaciones de
reducción con bauxita importada de los grandes centros productores foráneos. No
fue, sino a partir de la ubicación de los
yacimientos de Los Pijiguaos cuando se abrió la perspectiva de la industria
sólidamente integrada que tenemos en la actualidad, y en la cual se
inserta la empresa Interalúmina que transforma la bauxita en alúmina, materia prima básica para lograr el
aluminio. Si bien se importaba bauxita, había la convicción de su
existencia desde 1930 que comenzaron en
forma científica y sistemática las exploraciones geológicas de Guayana.
Esa exploración, que llevaron adelante el Ministerio de Minas y CVG, permitió
la ubicación de importantes yacimientos de bauxita y lateritas alumínicas en la
Altiplanicie de Nuria (Provincia Geológica
de La Pastora). Asimismo, al Norte de la mina de hierro de El Pao y en
el cerro Turagua. Pero el descubrimiento de los grandes yacimientos de Los Pijiguaos en 1975 (Provincia
geológica del Cuchivero), cambió radicalmente la situación. Para
entonces, sólo existía Aluminio del Caroní, (Alcasa).
De manera que antes del descubrimiento y
explotación de la bauxita de Los Pijiguaos, ya existía Alcasa, única planta de
aluminio, gracias a Macagua, pues entre
1954 y 1959 cuando el Gobierno Nacional resuelve en firme el desarrollo del potencial hidroeléctrico del Caroní con la
construcción de la Central Macagua I, la disponibilidad por parte de esta energía
a precios atractivos para la producción económica de aluminio, movió tanto al
Gobierno de Venezuela como empresarios privados de esa industria, a pensar
seriamente en la instalación de una planta de reducción de aluminio en
Guayana.
La empresa privada
norteamericana. Reynolds Internacional, Inc. subsidiaria de la Reynolds Metal
Company, una de las principales productoras de aluminio del mundo fue la
primera interesada.
Durante 1960 se
iniciaron las negociaciones entre esa empresa y la Corporación Venezolana de
Fomento, las cuales culminaron con un acuerdo
el 21 de diciembre, mediante el cual se constituyó la empresa Aluminio del Caroní,
S.A. (ALCASA) con un capital de 50.000.000 de bolívares. Al mismo
tiempo se celebró un contrato para la venta de energía entre la CVG y Alcasa, y
en el cual se garantizaba una determinada disponibilidad de carga a un precio
suficientemente atractivo para la producción de aluminio.
El 30 de diciembre de 1960 fue creada la
Corporación Venezolana de Guayana; el 3 de febrero de 1961 fueron traspasados
los contratos que, en relación con la planta de aluminio, había celebrado la
Corporación Venezolana de Fomento.
El 19 de febrero de
1966 el Presidente de la República Raúl Leoni colocó la primera piedra y el 15 de
octubre del año siguiente inauguró oficialmente
la planta construida a un costo de 100 millones de bolívares aportados por la CVG y la Reynolds Internacional. Para
la inauguración vino el magnate norteamericano Louis Reynolds.
El Presidente inauguró, además, la Subestación
Guayana, el sistema de abastecimiento de agua del sector Oeste de Puerto Ordaz,
la Planta de Tratamiento del acueducto para 250
mil habitantes, el Parque Cachamay y la prolongación de la avenida
Antonio de Berrío.
En la construcción de esta primera planta de
aluminio fue relevante la capacidad técnica venezolana, pues no sólo las
estructuras metálicas, sino también las cubetas de reducción y las barras de
trasmisión de la electricidad a las celdas fueron fabricadas totalmente en el
país. El silo de alúmina, con capacidad para 10.000 toneladas y el sistema de
descarga del puerto que dio una solución al problema de los cambios de nivel
del río Orinoco, fueron fabricados y diseñados en el país.
Esta empresa de
capital mixto aportado por la CVG, Fondo de Inversiones de
Venezuela y la Reynolds Internacional, inició sus operaciones en octubre de 1967 con 10.000
toneladas métricas anuales de lingotes de aluminio
primario, producción que se incrementó con sucesivas ampliaciones a 200
mil toneladas a finales de 1980.
Alcasa posee, además, en Ciudad Guayana, una
planta de laminación que se inició con una
capacidad instalada de 20.000 TM/año de productos laminados duros y
otra en Guacara, Estado Carabobo, para hojas delgadas
foil. Asimismo, un programa de internacionalización, emprendido en 1986
para defensa y captura de mercados internacionales, asegurando la colocación
accionaría en empresas procesadoras, ubicadas en el exterior.
El programa de internacionalización lo inició
Alcasa, con la adquisición del 50 por
ciento del capital accionario de "(ALEUROPE) Empresa ubicada en
Bélgica y la cual posee una fundición con capacidad de 23.000 t/m para
refundición de tochos de extensión de aluminio.
Continuó con
Aluminios Nacionales (Alunasa) de Costa Rica, fabricante de productos laminados de
aluminio (foil); "Empresas Asociadas a Alcasa
Ruedas de Aluminio, C.A." (Rualca) productora de rines de aluminio; "B,W,A, de Venezuela, S.A."
ubicada en Mariara, Carabobo, dedicada a la fabricación de rines de
aleaciones livianas o de aluminio; "Conductores de Aluminio del Caroní,
C.A. (Cabelum), en Ciudad Bolívar,
dedicada a la fabricación de cables de aluminio y "Foma de Venezuela,
S.A." con asiento en Mariara, fabricante de tapas y bases de alternadores.
El 29 de agosto de 1973 se constituyó
Industria Venezolana de Aluminio -(Venalum)
con un capital mixto de 2.600 millones de bolívares suscrito por CVG y
el Fondo de Inversiones de Venezuela en un 80 por ciento y el 20 por ciento restante, capital japonés. Fue inaugurada el 10
de junio de 1978 con una capacidad instalada de 280.000 toneladas que progresivamente ha venido incrementando con nuevos
proyectos de mejoras operativas orientados a la meta de 456.000
toneladas.
A estas dos plantas
procesadoras les siguieron Interalúmma puesta en servicio en 1983 y Bauxiven
(1988), ambas fundidas con Venalum en una sola empresa: Bauxilum.
Bauxiven (Desarrollo Minero de la Bauxita) creada
en 1979 con la misión de explotar el yacimiento de la serranía de Los Pijiguaos (Municipio Cedeño), calculado en 200
millones de toneladas probadas a un tenor de 49,5 por ciento.
Con el hallazgo y
explotación de la bauxita de Los Pijiguaos que sustituyó de
plano las importaciones y la puesta en servicio de Interalumina (1983),
se logró la integración vertical del proceso partiendo de la materia prima.
Con este complejo de reducción del aluminio,
Venezuela se comporta hoy como el primer productor
de aluminio de América Latina y séptimo del mundo.
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